Se habla de Peso Pluma en cualquier momento y hora. Tiene un marcaje personal que casi roza en la exageración; a nada está de tener un reportero especializado en su vida cotidiana, como sucede con Taylor Swift. Anoche se presentó, por fin, en el Foro Sol. ¿Lo llenó aun cuando el boletaje llegó al dos por uno? Sí. Puro vato belicón en pista y gradas cantando Rubicon y no sorprende que Doble P arranque con esa canción después del asedio que vive.
El morro no es nada sencillo, su garra es de marca y, como dice una conocida alcaldesa de la capital, para eso trabaja y hace conciertos para 65 mil personas. Ni se diga sus fans, puro fachero (de estilo bélico) que fácilmente se podían confundir con los bailarines de Doble P sobre el escenario, ejecutando coreografías con pasamontañas e identidad anónima. Otro guiño a la cultura de una escena en la que el líder siempre es resguardado por su gente. Y ahí, en medio, estaba Doble P, bien cuidado.
Qué bueno que están grabando, porque este concierto es para todos los putos medios amarillistas que dijeron que no íbamos a llenar. Aquí estamos, sesenta mil, ¿lo quieren así o más puto lleno?”, exclamó. Sin palabras. El compa lo tenía a reventar y en las gradas se notaba gracias a las pulseras interactivas.
Los corridos tumbados se viven bastante peculiar: chelita en mano, riñonera en pecho y con bandidos (amigos) al lado. Hizo frío, pero cuando uno está morro, entre más helada la cheve, mejor experiencia hay en un concierto y para cantar Lagunas, Bipolar y Rosa Pastel junto a Jaziel Nuñez.
Hasta ahora, Doble P es un morro hermético. Al fondo del escenario se puede ubicar fácilmente a los guarros que lo siguen a todas partes y no es difícil, los gorilones, por su corpulencia, son casi protagonistas de los videos que suben del jalisciense. Se vieron al viralizarse cómo una comitiva lo acompañó a una plaza en Polanco junto a Nicki Nicole. Apenas un morrillo se pudo acercar. Ellos figuran al fondo del escenario, imposible no verlos, y como dice la rola, es su Nueva vida.
Continuó con El belicón. Curioso, la raza que asistió a verlo canta los versos alusivos a las Kalashnikovs (metralletas) y autos blindados, una letra autoría del primo de Peso Pluma por encargo de un personaje, como si fuera un tema de despecho. No hace sentido, pero sí a ellos.
Ahí queda la anécdota, en las voces del intérprete, su colaborador Raúl Vega y todos los chavos que se envalentonan con un corrido así de directo. La velada mexicana continuó, no sin antes escuchar, entre el murmullo de la zona baja, a asistentes recordando las amenazas que Peso recibió en Tijuana.
Entonces apareció Alemán, para darle verso y rima con Delivery y Rucón, un par de barras que Peso Pluma adora. Y como es su noche, el de Baja California le hizo los honores porque “éste cabrón es el mejor rapero de todo México”, dijo el de Guadalajara. Y equivocado no está.
En Chanel se extrañó a Becky G, pero el tema con Blessd se llevó ese pensamiento al salir con Las morras. Con El gavilán, dirigido a la familia de El Chapo Guzmán llegó la segunda parte del show, mientras niños en los hombros de sus padres siguieron el ritmo sin saber qué hay detrás de esta letra.
Eduin Caz, de Grupo Firme, reapareció con el cantante para hacer los honores con El rápido, pero fue El azul la que más causó sentimiento. Hasta el cierre la edición impresa, Peso Pluma aún tenía pendiente Lady Gaga y el ya clásico, Ella baila sola.
Con información de Excelsior