Por Ivette Estrada
No es la soledad, es el aislamiento y la imposibilidad de conectar con nosotros lo que nos remite a una sociedad llena de ansiedad y depresión. Es el confinamiento real y emocional de quiénes somos el que nos afecta, es la falta de “nosotros” mismos lo que inhibe la autoexpresión de quienes somos, la falta de soliloquios lo que nos remite a nulificar nuestras propias expresiones y a olvidar las misiones de vida construidas desde nuestra verdad y auto trascendencia.
Cuando quedamos desarraigados de nosotros mismos e impedimos que nuestra propia voz aflore, el sentido de la vida se diluye y hace tambalear nuestros credos, sentidos de pertenencia y valores. Quedamos fuera de todo, incluso de nosotros, porque nos desconocemos.
Vivimos hoy una silenciosa pandemia, la de la enfermedad mental. Y junto con ella existen arraigados estigmas, distancia y falsa de recursos para buscar ayuda psicológica. Nos hundimos en el silencio más denso: la propia auto ignorancia y, por ende, auto incomprensión.
La amenaza entonces está latente: Una de cada cinco personas a nivel mundial padece ansiedad y depresión, males que causan descensos de la productividad hasta en 28.7% cada día. Son enemigos que no pueden mantenerse ignorados. Asesinos silentes que deben desbaratarse…
Soluciones
La solución más pragmática en estos momentos es la telemedicina: empleo de plataformas que permiten a las personas conectarse con profesionales de la salud mental desde cualquier lugar. Son soluciones de alta demanda. En 2023, las consultas psicológicas aumentaron 300% y representaron más de un tercio de las demandas de salud a distancia.
Daniel Silberman, fundador de Mediclic, firma experta de salud a distancia, asegura que las mujeres son el grupo que más solicitó consultas psicológicas (65%), mientras de los 18 a los 30 años el grupo de edad con mayores demandas en esta especialidad médica (36%), seguido por el grupo de 41 a 50 años, quienes reportan el 31% de la demanda.
Los estragos de la salud mental en el área profesional son muy bastos: desigualdad y discriminación al no ser considerados para nuevos proyectos y responsabilidades, lo que incidirá en trabas al crecimiento profesional y limitará la autoestima.
También incapacita procesos de creación e innovación y la enfermedad mental se convierte en una de las más incapacitantes en el ambiente laboral. Esto al inhibir procesos de comunicación efectiva, asertividad, manejo adecuado del tiempo y otras habilidades blandas o eminentemente humanas como aconsejar y negociar.
Mejorar la salud mental en el entorno laboral implica promoverla, capacitar e informar, proporcionar recursos y apoyos como puede ser la inscripción a servicios de telemedicina. Las sesiones de meditación, pausas activas, sesiones de resolución de conflictos y manejo del estrés, por ejemplo, se brindan a través de plataformas como Mediclic.
Sin embargo, ¿cuáles son las soluciones de fondo?, ¿en qué momento ahogamos nuestra voz interna y nos perdimos en un mundo de luces falsas y estereotipos?, ¿cuándo nos olvidamos de quiénes somos y fuimos en pos de roles para justificar nuestra existencia?
En un mundo maniqueo, superficial y hedonista, nos perdimos en las sombras y ahora andamos a pasos acelerados en busca de estereotipos impuestos de lo que vale y es digno de emulación, aunque no corresponda a nuestros verdaderos credos y conceptos de valía, o nos refugiamos en un pasado romantizado y roro, extinto.
Es momento de asumir nuestro auto reconocimiento de los seres que somos, de lo que en este momento vivimos, de desarraigar juicios falsos de nosotros y otros antes de conectar con los demás. Es momento de rencontrarnos.
Los caminos más sencillos son la meditación, el soliloquio, la oración y la capacidad de escrudiñar quiénes somos. Escribir puede ser un camino de autosalvación contra los fantasmas internos, la incomprensión y la locura que cobijan las dudas, ansiedad, depresión y el propio estrés. Es momento de reencontrarnos.